La Biblia, la Palabra de Dios escrita

La Biblia, la Palabra de Dios escrita
Las Santas Escrituras son fuente inagotable de eterna sabiduría que, por la acción del Espíritu Santo, la Iglesia nos la interpreta, nos la enseña y nos invita a vivirla.

¿De verdad el cristianismo nos ha lavado el cerebro y nos mantiene alienados?


Esta es una de las acusaciones más comunes de no creyentes en su guerra contra la religión, en especial contra el cristianismo.

Apología 21 nos ha dado una respuesta clara y convincente para derribar este mito. Veamos.

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Fuente: >apología 21 dudas (sitio para responder a tus dudas);
>apología 21 índice (contenido de artículos publicados)
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Christian M. Valparaíso / Habría que saber qué entienden ellos por alienar o lavar cerebros. Normalmente, quien eso afirma, considera que lavar el cerebro es meter en la cabeza de alguien ideas ajenas, de forma que terminan viendo el mundo de una determinada manera y pensando y razonando de una determinada manera que les viene impuesta desde fuera, por eso se puede decir que quedan alienados.

Quienes llevan ese concepto hasta el extremo afirman también que los padres que educan a un niño marcándoles qué está bien y qué está mal, qué es adecuado y no, qué es correcto y no… les están alienando. Hace poco salió en prensa la foto de un famoso americano con su hijo (no recuerdo si era cantante o actor de Hollywood). Le llevaba a la escuela, el niño disfrazado de princesa Disney y el padre disfrazado de algo que pretendía ser Campanilla o algo así. Sin comentarios. La cuestión es que el famoso papá, muy orgulloso de saber mejor que el resto cómo educar a un niño, decía que el niño se levantó con el capricho de vestirse de princesa, y él le aplaudió la idea y decidió solidarizarse con él vistiéndose también de princesa para que el niño no llegara a pensar, Dios no lo quiera, que un hombre vestido de princesa es algo extraño. Lo que el padre venía a decir es que no quería “condicionar” el comportamiento y los valores de su hijo (de unos 6 años), que el niño debía crecer con la libertad de tomar sus decisiones y decidir por sí mismo qué está bien y qué está mal. Supongo que si el niño al llegar a casa decide prender fuego a las cortinas o decide clavarle el boli en el ojo a un compañero molesto el padre actuaría limitando la libertad del niño, pero si es consecuente puede que no lo haga y decida que, después de arder toda la casa o después de dejar tuerto a su compañerito de clase, el niño sacara sus propias conclusiones y decidiera si lo hecho le parece bien o mal. En fin, poco probable.

Lo que ese bienintencionado padre está haciendo es, lisa y llanamente, renunciando a educar a su hijo, con la absurda idea de que los niños nacen con una madurez plena y una capacidad de razonamiento y comprensión de la realidad semejante a quien ya lleva muchos años vividos. El niño no sabe lo que le conviene ni lo que se necesita para convivir en sociedad, un padre tiene que írselo enseñando. Si eso es lavarle el cerebro, pues eso será, pero tendría el mismo sentido que lavarle el cuerpo cuando viene sucio y lleno de barro.

Ahora vamos a irnos a un contexto más amplio, que cubra tanto a niños como adultos. Lavar el cerebro es meterle a uno ideas en la cabeza. Dejemos la religión en concreto y vayámonos también a un contexto más amplio: ideas en la cabeza. Quienes siguen una religión están aceptando ideas externas, o bien porque se las transmitieron de niño o porque las aceptó de adulto (en libre elección, tanto si las toma como si las mantiene). Quienes siguen cualquier tipo de ideología igualmente está aceptando ideas externas, o bien porque le educaron en esa ideología o porque de mayor le convenció y lo asumió, y esa ideología puede ser el comunismo, la democracia, el pacifismo, el belicismo, el fundamentalismo, el ecologismo, el animalismo, la idea de que hombres y mujeres son iguales, la idea de que hombres y mujeres son diferentes, el racismo, el proteccionismo, etc. etc. etc.

En definitiva, todos venimos al mundo en un estado de ignorancia, las ideologías no nos las inventamos, las asimilamos; o bien nos las meten en la cabeza de pequeños, y luego de adulto decidimos que queremos mantenerlas (o las rechazamos), o bien las adquirimos de adultos porque, entre todas las ideas que circulan a nuestro alrededor, nos convencen más que otras. Todas las ideologías vienen de fuera, estaban ahí antes de que nosotros las conociéramos, y por tanto, o uno es libre de tomarlas o dejarlas, o todas son lavados de cerebro. Lo que no tiene sentido es decirte que si eres católico es porque te han lavado el cerebro, y sin embargo esa persona que te lo dice, que creerá en la democracia, o en el socialismo, o en el ecologismo o en lo que sea que crea, ¿no habría sufrido igualmente un lavado de cerebro? ¿Es que él es libre y maduro para mantener esas creencias que le han transmitido o que ha aceptado y sin embargo tú no eres igualmente maduro y libre para tus propias creencias? Lo que hay debajo de ese absurdo razonamiento es una idea maniquea y personalista de qué ideas son correctas y qué ideas no lo son. Si una idea es correcta (y soy yo quien lo decido), entonces aceptarla y transmitirla está bien, es más, es deseable y casi obligatorio. Pero si alguien decide aceptar o transmitir una idea diferente o contraria a la mía, entonces eso no puede ser otra cosa que un lavado de cerebro, y quien acepta semejante estupidez necesariamente tiene que haber suspendido su capacidad de razonar, por lo tanto ni está funcionando con madurez ni tiene capacidad racional suficiente para elegir sus propias creencias.

Un caso extremo de “lavado de cerebro”, si es que eso es toda aceptación de creencias ajenas, sería la ciencia. Muchísimas de las leyes y conceptos que nos enseña la ciencia están fuera de nuestras posibilidades de comprobación. La intensidad de la fuerza electromagnética, la naturaleza de las estrellas, la composición del átomo, y muuuchas cosas más, nos las creemos porque nos dicen que es así, y nosotros, que tenemos una fe ciega en la comunidad científica, lo aceptamos sin rechistar, sin necesidad incluso de que nos lo demuestren, simplemente lo creemos porque ellos nos lo dicen. Eso es fe, y pocos creyentes tienen en Dios una fe tan grande como solemos tener en la ciencia. Y esas ideas nos vienen de fuera, así que ¿por qué no considerarlo un lavado de cerebro? La persona que tales cosas dice ¿realmente se cuestiona profundamente de forma crítica cada cosa que le dice la ciencia, o lo acepta sin rechistar por pura fe en la ciencia? Y su manera de ver el mundo ¿realmente es suya propia original, es la primera persona que por sí misma ha llegado a esas conclusiones, o ese tipo de ideología es producto de su tiempo y lo que hace él es sumarse a ella y compartirla? Nadie puede vivir en sociedad y no asimilar las ideas de su sociedad.

Quien te acusa de tener el cerebro lavado, a ti por aceptar unas creencias religiosas, está haciendo lo mismo por su parte, pero utilizando una vara de medir radicalmente diferente para juzgarte a ti y para juzgarse a él. En ese caso, si alguien no está usando la razón correctamente, obviamente es él.

El ateísmo funciona como una religión, es un sistema de creencias que tus padres te transmiten o que tú aceptas de mayor, y consiste en tener una fe ciega en quienes divulgan el materialismo. Nadie ha podido demostrar que Dios existe pero ellos están convencidos de que no existe. El agnóstico opina que nadie ha podido demostrarle ni que existe ni que no existe, por lo tanto asume una postura de “no sé”, pero el ateo ha ido más allá, asumiendo por fe, y fe ciega, que Dios no existe. Quienes son ateos y educan a sus hijos en el ateísmo, hacen igual que quienes son creyentes y educan a sus hijos en sus creencias. Pero hoy en día en la sociedad predomina el mensaje ateo a todos los niveles (sobre todo en Europa), así que si tú educas a tu hijo como católico luego él decidirá si mantiene esas creencias o sucumbe a la presión general y se deja “lavar el cerebro” por los mensajes continuos que le manda la sociedad. Pero si educas a tus hijos en el ateísmo, como esa formación está en sintonía con los mensajes que le bombardearán durante toda su vida, es más que probable que de mayor siga siendo ateo, porque realmente no le has dado al niño una base de comparación, no puede saber si creer en Dios es mejor, porque eso es una vivencia que él nunca ha tenido.

Así que, estrictamente hablando, podemos decir que la sociedad nos está haciendo un continuo lavado de cerebro para que asumamos el materialismo ateo, y los ateos se han dejado seducir por esa ideología actual, es decir, se han dejado lavar el cerebro. Cuando los países eran cristianos incuestionablemente y todos los mensajes de la sociedad daban el cristianismo por sentado, en cierto modo podíamos decir que les lavaban el cerebro con el cristianismo, pues es difícil que un individuo pudiera por sí mismo elegir otra creencia diferente a la que todo el mundo daba por incuestionable. Pero hoy estamos en situación diferente, el mensaje que la sociedad bombardea, en la tele, las revistas, la política, las escuelas, los periódicos, el cine, etc etc, es un mensaje predominantemente ateo, así que las personas que no aguantan esa presión y sucumben al ateísmo son, hoy, aquellos a quienes la sociedad, con su maquinaria propagandística, ha logrado lavar el cerebro. Todavía quedamos un sector que a pesar de todas las presiones e incluso rechazos y obstáculos, mantenemos nuestra fe por elección propia. Así que, teniendo en cuenta la situación actual ¿quién es el del cerebro lavado? Siempre el que acaba poniéndose en sintonía con la presión externa, el que cede y asume las ideas que le llegan, pues en eso consiste un lavado de cerebro, en ceder a la presión externa. Si la presión va en el sentido de ridiculizar a la religión e imponer el materialismo ateo, entonces todos los que ceden ante esa presión y aceptan esa ideología, son quienes se han dejado lavar el cerebro. Y luego tienen la ingenuidad de acusar de eso mismo a los que resistimos la presión y logramos seguir pensando por nosotros mismos en vez de pensar como todo el mundo. Qué ironía.


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