Origen y protagonistas de la Revolución protestante
Primera postura (católica). Quién es quién en la Reforma -Protestante y Católica
Título: Quién es quién en la Reforma -Protestante y Católica
Autor: Geoffrey Saint Clair. Copyright © 2001 Catholic Dossier. All rights reserved. Original en Inglés: Who's Who in the Reformation.
Traducción: Alejandro Villarreal de Biblia y Tradición, 2008.
Introducción. Los católicos, al tratar de entender la Reforma Protestante, algunas veces se lamentan del amplio rango de iglesias protestantes, denominaciones y sectas. ¿Cómo abordarlos a todos directamente?, preguntan, pero el reto de determinar sus orígenes no es tan grande como parece a la vista de estas decenas de miles de iglesias protestantes y sectas existentes, de una manera u otra se llegará a los tres principales fundadores de la Reforma Protestante o al movimiento radical conocido como los Anabaptistas. Entiéndanlos y adelantarán en el camino de entender esta compleja realidad llamada el Protestantismo.
No obstante, las diversas facciones protestantes no son el único asunto confuso acerca de la era de la Reforma Protestante. La Reforma Católica y todas las figuras asociadas a ésta son también muy complejas, los diversos papas, prelados y políticos pueden ser difíciles de escudriñar, por esta razón, ofrezco este ensayo para adentrarse en el tema de "Quién es quién" en la Reforma Protestante y la Reforma Católica.
Los tres reformadores: Lutero, Zuinglio y Calvino
La mayoría de los católicos reconocen a los tres principales reformadores protestantes -Lutero, Zuinglio y Calvino-, incluso si no saben mucho acerca de ellos. De Martín Lutero (1483-1546) generalmente saben que fue un sacerdote que rompió con Roma por causa de las indulgencias. Se acostumbra decir que Lutero comenzó "la Revuelta Protestante" con la finalidad de escaparse con una monja, y sí lo hizo, se fugó con su amante, una monja, aunque fugarse es un término impreciso para describirlo. Según el biógrafo jesuita, Hartman Grisar, Lutero, inicialmente se abstuvo de casarse para evitar dar a sus enemigos un arma en contra de él, sin embargo, eventualmente Lutero se casó con Catalina von Bora, una monja disidente.
Sin embargo, Lutero no inició la Reforma con el fin de desposarse, de hecho, él realmente no inició el movimiento llamado la Reforma Protestante, Lutero se oponía a algunas ideas y prácticas prevalecientes en la Iglesia de su tiempo, una de esas fue la referente a hacer méritos para obtener las gracias de Dios a través de prácticas piadosas y así ser salvado, otra fue que las indulgencias pueden ser compradas para el beneficio de las almas del Purgatorio. Contrario a la opinión popular, Lutero estaba en lo correcto en ambos puntos, sin embargo, no quiere decir que la Iglesia estaba en un error, al menos no en la expresión más alta y oficial de su magisterio.
La dificultad fue que, debido a los problemas que afligían a la etapa tardía medieval, probablemente la gran mayoría de los católicos no estaban seguros de lo que la Iglesia había enseñado acerca de estos temas, además de que los papas del Renacimiento y otros prelados estaban más ocupados en acumular poder, y por lo tanto, poco dispuestos a definir los puntos finos de la doctrina Católica y la disciplina, con lo que se obtiene una receta del desastre.
Lutero
Martín Lutero nació en una comunidad campesina en Eisleben, Alemania, en 1483, hijo de Hans y Margarita Lutero. Su padre, minero de profesión, deseaba que su hijo siguiera una carrera en el derecho canónico, pero eso no sucedería, ya que como resultado de realizar un voto precipitado durante una tormenta de relámpagos, Lutero decidió ser monje, y en 1505 se unió a los agustinos, la casa religiosa más estricta en Erfurt. Ahí, Lutero comenzó una intensa vida de oración, estudio y ayuno, dos años después fue ordenado sacerdote y continuó sus estudios teológicos.
Desafortunadamente, Lutero fue instruido en la teología nominalista, una forma decadente de la escolástica y eso sólo precipitó a su ya intensa personalidad a la desesperanza, llegó a creer que tenía que alcanzar su salvación por medio de sus propios esfuerzos y entre más oraba, ayunaba y realizaba buenas obras, más inaceptable se sentía para Dios. El estudio de Lutero sobre San Pablo, a través de la visión de San Agustín y su controversia con los Pelagianos cambió todo esto, Lutero interpretó que la "justicia divina" (iustitia Dei), de la que San Pablo escribió en Romanos 1:17, que habla sobre la justicia por la cual el pecador es justificado por la fe y no por la creencia de la justicia por la cual Dios juzgará a los pecadores que difícilmente conseguirán la justificación por sus propios esfuerzos. Esta interpretación transformó al confundido monje, que ahora encontró la paz con Dios por medio de la fe, vio que su "descubrimiento" o "recuperación" en la antigua enseñanza paulista se alejaba radicalmente de la opinión de los "doctores" medievales, y esto no era todo, los principales comentadores medievales sostenían la misma visión de la "justicia divina", aunque Lutero no lo sabía.
Lutero también interpretó la fe como un regalo misericordioso divino, por medio de la cual recibimos el regalo adicional de la justificación, en contraste con todos los esfuerzos humanos para merecerla y para ganar el favor de Dios. Lutero insistió que el hombre se justifica "sólo por la fe", como una manera de insistir en que los seres humanos no contribuyen en nada para su propia justificación, este "descubrimiento" de Lutero fue más que un "gran avance" personal, para ese momento era profesor de teología en la Universidad de Wittenberg, en donde predicaba su conclusión sobre la justificación divina a los estudiantes, y no fue hasta que el tema de la "venta" de las indulgencias surgió en su diócesis, que a su conclusión "le salieron piernas", como dicen los periodistas.
La "venta" de las indulgencias ocurrió en la vecindad de la diócesis de Mainz y se desparramó hacia la diócesis de Lutero y su confesionario, lo que llamó su atención al tema. El arzobispo de Mainz, de veintitrés años, había permitido la propagación de las indulgencias en su diócesis a cambio de una parte de los ingresos obtenidos, el dinero, supuestamente estaba destinado a la reconstrucción de la Basílica de San Pedro en Roma; de hecho, el arzobispo necesitaba dinero para pagar un estipendio a la Curia romana por una exención que le autorizaría tener tres diócesis a la vez.
¿Cómo algo espiritual puede ser vendido?, -después de todo, una indulgencia es una remesa de castigo temporal por el pecado-. La teoría era que esos ofrecimientos de dinero contaban como una forma de penitencia cuando el donante realmente los hacía con sacrificio de corazón, por el motivo apropiado, desafortunadamente, esta práctica degeneró fácilmente en la simple transacción sin sacrificio de por medio, peor aún, la "venta" de indulgencias se relacionó con una mala interpretación del principio de la oración por las almas del purgatorio.
La enseñanza católica dice que uno puede ofrecer actos penitenciales hacia Dios, a través de Cristo, por medio de peticiones especiales a favor de aquellos que han muerto y están purificándose en el purgatorio. La eficacia de tales peticiones se entendían per modem suffragi -en la medida que Dios escucha las oraciones de su Iglesia-, en otras palabras, no sucedía nada automáticamente, y ya que la donación para obtener indulgencias podía ser penitencial, se concluía que se podía donar para obtener indulgencias para las almas del purgatorio; en la mente popular, sin embargo, se pensaba que se compraba indulgencia para sacar a las almas del purgatorio, simple y llanamente. Johann Tetzel, el dominico que predicaba las indulgencias en la diócesis de Mainz tenía su "propaganda agitadora": "Tan pronto como una moneda suena en el cofre, un alma del purgatorio es liberada”.
[Nota del Traductor: el Padre Grisar, uno de los estudiosos más serios e importantes sobre Martín Lutero y su movimiento, dijo que esta afirmación es atribuída a Tetzel sin fundamento, aunque en su oratoria puede encontrase algo que puede sonar a tal cosa. Comparar con la obra del Padre Grisar: "Martín Lutero. su vida y su obra", diapositivas 170, 171 y 172 de la presentación en B&T.]
Lutero protestó justamente ante este abuso y a finales del año 1517 publicó sus noventa y cinco tesis en las que cuestionaba varios asuntos relacionados con estos abusos, ese era el procedimiento académico habitual de la época, sin embargo, otros factores, como los políticos, tanto civiles como eclesiásticos, y los egos humanos, incluido el de Lutero, entraron en juego y pronto el asunto salió de control, Lutero rápidamente fue más allá de lo que planteaba en sus noventa y cinco tesis.
Inicialmente, Roma ignoró el asunto, en lo que el papa León X desechó como "un altercado entre monjes", algunos opositores a Lutero dijeron que fue un asunto de "todo o nada", cuando se trató acerca de las indulgencias, o se aceptaban tal como se venían tratando, incluyendo su tráfico indiscriminado, o se rechazaba todo lo concerniente con éstas. Lutero no perdió tiempo en desechar las indulgencias mientras se sostenían otras creencias, sus objeciones justificables por los abusos, rápidamente se mezclaron con sus innovaciones injustificadas en la doctrina, sin mencionar su testarudez y su tendencia a comprometerse con causas imposibles.
[Nota del Traductor: Comparar esto con la obra del Padre Grisar: "Martín Lutero. Su vida y su obra", diapositiva 176 de la presentación en B&T.]
Inicialmente, Lutero pensó que el papa estaba desinformado o mal informado acerca de la situación en Alemania, pero rápidamente comenzó a atacar al papado mismo llamándolo anticristo e imaginándose a sí mismo como el elegido por Dios para restaurar a la Iglesia en el Evangelio de Jesucristo. Los oponentes de Lutero también se mostraron intransigentes y la situación empeoró por la confusión general acerca de lo que la Iglesia había enseñado oficialmente. Muchos príncipes alemanes vieron una oportunidad para vapulear al Emperador católico y al papado italiano y, así, ellos transformaron un debate esencialmente religioso en una lucha política y económica, aunque Lutero no estuvo de acuerdo con esto, no tuvo muchas alternativas más que apoyar a quienes lo apoyaban, y la división de la cristiandad en una guerra teológica y política, había comenzado.
Zuinglio
Ulrico Zuinglio (1484-1531), el reformador suizo fue muy diferente de Lutero. Lutero había sido monje y sacerdote; Zuinglio, un soldado mercenario y activista político. Lutero había sido instruido en la teología bíblica; Zuinglio era un cristiano humanista. Lutero enfatizaba sobre la justificación de la gracia a través de la fe y la persistencia del pecado en la vida del creyente, incluso después de justificado; Zuinglio, aunque nunca negó la justificación por la gracia a través de la fe, enfatizó en la transformación social y moral. Lutero fue pesimista acerca de la cristianización del Estado; Zuinglio buscó la fusión de la Iglesia y el Estado en Zurich.
Sin embargo, la línea divisoria principal entre Lutero y Zuinglio era respecto a los sacramentos. Zuinglio explicó los sacramentos basado en su experiencia militar, decía que el término latino sacramentum significaba "juramento", de aquí concluía que los sacramentos (sólo consideraba el Bautismo y la Eucaristía) eran signos o garantías de la justicia divina hacia sus fieles, posteriormente, Zuinglio explicaba sobre la naturaleza de los juramentos en los sacramentos en términos de las promesas del pueblo de Dios al jurar fidelidad a la comunidad de la Iglesia, sin embargo, en general, Zuinglio entendió los sacramentos como signos eficaces o como altamente eficaces en comunicar lo que realmente significan, eran, en el mejor de los casos, signos de nuestra asociación e identificación con la Iglesia, era la Palabra de Dios proclamada como la fuente de la vida cristiana, los sacramentos únicamente proveían una oportunidad para demostrar públicamente la fe de cada quien.
En ninguna otra parte es tan clara la diferencia entre Lutero y Zuinglio respecto a los sacramentos que en sus consideraciones sobre la Eucaristía, Lutero negaba la transubstanciación, sin embargo afirmó una forma de Presencia Real de Jesús en la Eucaristía. Zuinglio rechazó tal noción, para él, la Eucaristía era una conmemoración de la muerte de Jesús, un signo ritual que Jesús había legado a su Iglesia por el cual se recordaría su acción de entregarse, el pan y el vino de la Eucaristía no cambiaban su esencia, por lo mucho, cambiaban en su significado debido al contexto en que fueron recibidos.
Lutero y Zuinglio discreparon vehementemente sobre las palabras de Jesús en la Última Cena, Lutero entendía "Este es mi cuerpo" significando la Presencia Real, para Lutero "es" significa "es", así, cuando Cristo dijo "Este es mi cuerpo", estaba afirmando que algo le había sucedido a los elementos de la Eucaristía. Zuinglio, por otro lado, entendió "Este es mi cuerpo" significando "Esto representa mi cuerpo", no creyó que algo pasaba más que un cambio de significado en las mentes de los congregantes.
El desacuerdo entre Lutero y Zuinglio representó una división importante entre las diversas facciones de la Reforma Protestante, Calvino posteriormente se opondría a ambos sobre el tema de la naturaleza de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, pero, para Lutero, significó un retroceso en su idea de que la Biblia estaba al alcance del entendimiento del lector promedio, la Escritura parecía sencilla para cualquier hombre, siempre que fuera instruido en la exégesis y estuviera de acuerdo con Lutero.
El desacuerdo sobre la Eucaristía planteó un problema mayor a los reformadores, tanto que los más notables como Lutero, Zuinglio, Bucero, Melanchthon y Escolampadio se reunieron en Marburg en 1529 para solucionar sus diferencias, pero las facciones no alcanzaron ningún acuerdo final y la división entre ellos resultó en un contratiempo político, el Emperador católico Carlos V fue capaz de explotar estas diferencias entre los reformadores.
Al final, la contribución de Zuinglio a la reforma fue muy breve, como su vida misma, ya que fue asesinado en la Batalla de Kappel (1531) con la derrota del ejército suizo debido en gran medida a la negativa de la Alemania luterana para apoyarlo, y esto fue en parte como resultado del desacuerdo entre Lutero y Zuinglio en Marburg.
Calvino
En muchos sentidos, Juan Calvino (1509-1564) fue el fundador del mundo protestante. Él fue el intelecto activo de la Reforma Protestante, el sintetizador y hasta cierto punto quien sistematizó su teología, a pesar de que fue veinticinco años menor que Lutero y Zuinglio y de la segunda generación de la Reforma Protestante.
Calvino fue un laico francés, estudió teología en París con la intención de llegar a ser sacerdote, antes de cambiarse a leyes, también estudió lenguas clásicas y recibió una vasta educación humanista.
Cerca de dos años después de la muerte de Zuinglio (1533), Calvino abrazó públicamente la causa de la Reforma Protestante, digo "públicamente" porque no hay duda en que algún tiempo antes había estado reflexionando en privado algunas ideas de la Reforma Protestante, aunque escribió poco acerca del proceso por el cual sus ideas religiosas se desarrollaron. En cierto sentido, Calvino había crecido con las ideas de la Reforma, tenía once años cuando Lutero fue excomulgado.
Francia mostró hostilidad hacia la Reforma, así que Calvino huyó a Basel, en donde hizo su mayor contribución al Protestantismo con sus 'Institutos de la Religión Cristiana', la edición inicial en latín apareció en 1536 y otorgó mucha fama a Calvino, posteriormente tradujo su trabajo al francés y lo revisó muchas veces, este escrito de Calvino no es un trabajo acerca de teología sistemática, sino una introducción a la fe cristiana al modo en que Calvino la entendía, se convirtió en algo así como un compendio teológico para las generaciones posteriores de protestantes reformados, con grandes efectos en la conformación de la cultura occidental.
La contribución de Calvino a la Reforma Protestante fue tanto práctica como teórica, así como Zuinglio tuvo Zurich, así Calvino tuvo su base de operaciones en Ginebra, invitado por su amigo Farel para ayudar a promover la Reforma ahí, Calvino hizo de esa ciudad su hogar y buscó establecerla como un modelo de comunidad cristiana, como un modelo a seguir por el mundo protestante.
Calvino ha sido criticado por haber establecido una teocracia en Ginebra, aunque eso suena muy drástico, las órdenes civil y eclesiástico no eran, a su parecer, idénticos, sino paralelos, cada uno tenía su inmediata jurisdicción y se ocupaba de sus propios asuntos, por otro lado, sería erróneo decir que en Ginebra existía una estricta separación de la Iglesia y el Estado, la visión de Calvino era idealmente de independencia, con la Iglesia al mando y el poder civil sirviendo a la comunidad de la Iglesia, mientras que Lutero había confiado a su Iglesia al dominio del Estado, siempre que tal Estado estuviese controlado por aquellos que compartiesen su visión teológica, Calvino buscó mantener la distintiva institución medieval entre Iglesia y Estado, que en esencia es permitir que la Iglesia domine indirectamente al Estado por medio de insistir que su operación sea a través de normas y legislaciones específicamente cristianas.
Así como los Institutos de la Religión Cristiana influyeron ampliamente en la teología de la Reforma Protestante, las Ordenanzas Eclesiásticas calvinistas afectaron considerablemente la estructura de muchas iglesias de la Reforma y su relación con la comunidad. Uno de los elementos más sobresalientes de las Ordenanzas Eclesiásticas fue el Consistorio, que era el aparato de gobierno central de la iglesia, compuesto por ministros y ancianos, su propósito era mantener la disciplina eclesiástica y la ortodoxia teológica, pero cuando la comunidad civil de la ciudad es idéntica a la comunidad religiosa, el resultado es que esa disciplina eclesiástica y heterodoxia en la religión tienen implicaciones sociales, muy pronto, las faltas concernientes a la iglesia se convirtieron en ofensas concernientes en lo civil, o al menos, con consecuencias en la vida civil, como la Iglesia medieval lo aplicaba.
El Consistorio supervisaba la conducta de los fieles-ciudadanos en Ginebra de la forma más minuciosa, interviniendo con medidas disciplinarias, como la reprensión pública y la excomunión. Pero debido a que las autoridades civil y eclesiástica estaban tan estrechamente entrelazadas, una condena hecha por el Consistorio podía llevar a castigos civiles como multas e incluso el exilio o la ejecución. La gente era llevada ante el Consistorio por cada especie de faltas, incluso por trivialidades como cantar una rima criticando a Calvino, el juego de cartas, bailar y reír durante un sermón. El Consistorio también enviaba a sus miembros a cada parroquia en busca de transgresores, que, de ser encontrados, eran procesados por el mismo. Cada hogar era visitado anualmente antes de Pascua, para determinar si eran candidatos a la comunión. Si Ginebra fue "la Roma de la Reforma Protestante", el Consistorio era su Inquisición y Calvino su papa.
Ginebra, bajo la influencia de Calvino, controló la vida de sus ciudadanos, incluyendo sus vidas privadas, mucho más allá de lo que la Iglesia medieval lo hizo. El individuo cristiano en la Iglesia calvinista de Ginebra era "libre" de interpretar la Biblia por sí mismo, siempre y cuando la interpretara exactamente como Calvino lo había hecho.
¿Calvino fue un dictador? No, en el sentido convencional, no ocupó puestos oficiales ni ejerció un poder político directo en Ginebra, era principalmente un pastor, no un político. Sin embargo, no podemos apoyar las afirmaciones de sus partidarios, referentes a calificarlo como un "simple pastor"; Calvino ejercía una enorme influencia en la comunidad política, más allá de un simple líder civil, y esa influencia se trasladó directamente a las estructuras de las leyes civiles y los castigos. Ginebra no fue un Estado absolutista, en el sentido moderno, pero tampoco era un Estado libre, excepto quizás para aquellos que ya habían aceptado las rígidas normas de conducta.
Un ejemplo excelente de la influencia de Calvino en Ginebra es el caso de Pierre Ameaux, miembro del consejo de la ciudad, que había criticado las prédicas de Calvino tachándolas de falsas doctrinas, el consejo exhortó a Ameaux para que se retractara de su afirmación, pero Calvino pidió un castigo más severo, Ameaux fue forzado a atravesar la ciudad vestido sólo con una camisa y con una antorcha en la mano.
El destino de Ameaux fue una simple humillación, pero el incipiente librepensador Jaques Gruet fue ejecutado por criticar a Calvino, por blasfemia y por protestar ante las estrictas exigencias de Calvino en Ginebra, fue torturado y decapitado. Calvino también desterró a Jerome Bolsec, por el desacuerdo que tuvo con él respecto a la predestinación, probando así, que mientras Ginebra era un refugio para los protestantes, en el resto de Europa quien estaba de acuerdo con Calvino podía representar una presión para los que no lo estaban.
Pero el caso más famoso es el de Miguel Servet, quien no libró el asunto tan fácilmente como Bolsec. El médico y escritor español se propuso reformular la doctrina de la Trinidad desde el punto de vista agnóstico. Servet cometió el error de mandar una copia de su borrador a Calvino, quien la reenvió, de una forma bastante enredosa, a los magistrados católicos en Viena informándoles que el hereje Servet estaba practicando la medicina en su ciudad, y eso atrajo el aparato inquisitorial hacia el médico. Servet escapó, y de todos los lugares, acabó en Ginebra, de camino a Nápoles, Calvino lo hizo arrestar, procesar y sentenciar a muerte; como un acto de misericordia, pidió que se decapitara a Servet en lugar de quemársele, pero en este caso, la solicitud de Calvino no fue cumplida.
Teológicamente hablando, Calvino tomó de Lutero los dos principios de la justificación y la fe, así como la suprema autoridad de la Biblia, pero le agregó sus retorcimientos personales, especialmente al primero. Calvino hizo una distinción sistemática entre la justificación y la santificación, ambos eran productos de la gracia a través de la fe e inseparables una de otra; la justificación involucraba el atributo de la justicia de Cristo en el creyente, lo que significa que Dios se relaciona con él de forma diferente, pero no lo cambia. La santificación, por otro lado, era el trabajo del Espíritu Santo dentro del hombre para cambiarlo hacia al ejemplo de Cristo. En efecto, lo que los católicos consideraban justificación, Calvino lo dividió en justificación y santificación.
Es frecuente equivocarse en relacionar a la predestinación como el tema central de Calvino, de hecho, la gloria y la absoluta soberanía de Dios son el centro de su teología. No obstante, la predestinación está muy relacionada con esas ideas y consecuentemente, es importantes en el pensamiento calvinista, pero no tanto como los subsecuentes teólogos calvinistas pretenden que sean. El tema relaciona la soberanía de Dios y su benignidad, la soberanía divina no permite que lo obliguen a salvar a nadie y su benignidad salva a la gente sin reparar en sus actos. En forma similar, la soberanía divina requiere que él decida anticipadamente sobre el destino de todos, incluso de los malvados, consignándolos a la condenación.
Ocasionalmente, los polemistas católicos han atacado la noción de predestinación per se, como si fuera una invención de Calvino, pero la enseñanza católica también afirma una forma de tal doctrina, aunque no es la versión calvinista. La enseñanza católica sostiene que Dios predestina a cierta gente a la vida eterna, dicen, además, que Dios predestina a ciertas personas a la condenación eterna por causa de sus pecados ya previstos, esto es, a cuenta de sus acciones que impliquen un rechazo directo de Dios mismo o la elección de algo incompatible con el amor de Dios. La enseñanza católica difiere con el calvinismo sobre si Dios predestina o reprueba, para usar el término teológico preciso, a las personas sin referencia con sus actos, el calvinismo dice que sí, el catolicismo dice no.
Calvino afirma la reprobación incondicional de algunas personas a la condenación, su doctrina algunas veces es llamada doble predestinación, ya que sostiene que Dios condena o salva igualmente sin tomar en cuenta los méritos o deméritos de la persona. El punto de vista calvinista parece extraño respecto al deseo salvífico universal de Dios, expresado por San Pablo en: 1 Timoteo 2:4, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. El deseo salvífico universal es compatible con la decisión de Dios de permitir que los hombres se condenen debido al abuso de su libertad, pero es difícil ver cómo esto es compatible con la visión de Dios consignando a la gente a la condenación sin tomar en cuenta sus méritos o deméritos.
Respecto a los sacramentos, Calvino sólo afirmó el Bautismo y la Eucaristía, a la que llamó la Cena del Señor, distinto a sus descendientes teológicos, los Bautistas actuales, Calvino enseñó el bautismo de los niños, basado en la analogía del signo del pacto en el Antiguo Testamento, la circuncisión, que era practicada a los niños varones, así debía ser entonces en el signo del Nuevo Testamento, el bautismo.
Respecto a la Eucaristía, Calvino apostó por una posición entre la creencia de Lutero de la Presencia Real y el simbolismo puro de Zuinglio y la conmemoración. El Cuerpo y la Sangre de Cristo estaban dinámica o virtualmente "presentes" en la Eucaristía y se recibían a través de la fe. En otras palabras, la gracia de Cristo estaba presente, pero no la sustancia de su Cuerpo y Sangre. Esta visión, algunas veces es llamada la Presencia Dinámica o Virtual, y hace difícil, sino imposible, distinguir la presencia de Cristo en la Eucaristía de su presencia en el Bautismo o cualquier otra ocasión en que se presente la gracia, por el "poder" del Cuerpo y Sangre de Jesús, están presentes en otros lugares también. Entonces, ¿qué distingue la presencia de Jesús en la Eucaristía de, digamos, estudiar la Escritura con fe o de atender un sermón devotamente?
Lutero, Zuinglio y Calvino fueron los "tres distinguidos" de la Reforma Protestante, pero otros, como John Knox en Escocia, Martín Bucero en Estrasburgo, Philip Melanchthon en Alemania, asociado de Lutero y arquitecto de la Confesión de Augsburg; así como Thomas Cranmer en Inglaterra, formaron un "segundo frente" de reformadores que, no obstante, contribuyeron significativamente al movimiento.
La Reforma Radical
Lutero, Zuinglio y Calvino encabezaron lo que algunas veces es conocido por la Reforma Magisterial [N. del T.: referente a los magistrados], llamada así porque se utilizaba el poder civil de los magistrados para impulsar su agenda. Pero también hubo una Reforma Radical, que fue rechazada por los reformadores magisteriales con no menos vigor que la Iglesia Católica. Los reformadores magisteriales persiguieron a los partidarios de la Reforma Radical tanto como la Iglesia Católica lo hizo.
La Reforma Radical fue más allá que Lutero, Zuinglio y Calvino, rechazando cualquier relación entre la cristiandad con la vasta sociedad secular, especialmente la autoridad civil, así como el rechazo a cualquier manifestación en forma institucional, del cristianismo. Los reformadores radicales se propusieron la misión de retornar al cristianismo del Nuevo Testamento y así, rechazaron todo, incluyendo muchos elementos de la Reforma Magisterial, sólo consideraron estrictamente el puro evangelio.
La Reforma Radical comenzó en Zurich, a principios de 1520, y en parte fue en respuesta a las reformas de Zuinglio, que los reformadores radicales consideraron insuficientes, por supuesto que Zuinglio no estuvo de acuerdo con esto y designó (o apodó) a estos reformadores radicales con el nombre de Anabaptistas, es decir rebautizadores, ya que insistieron en rebautizar a aquellos que fueron bautizados en su niñez.
Los reformadores radicales impulsaron la doctrina de Sola Scriptura o sólo la Biblia durante la Reforma Protestante, tanto como pudieron, mientras que la Reforma Magisterial estaba, en principio, conforme con permitir prácticas que no se opusieran a la Escritura, incluso si no estaban explícitamente afirmadas en la misma, como el bautismo de infantes. La Reforma Radical demandaba una justificación explícita basada en las Escrituras para todo, además, tenía la tendencia a oponerse a la autoridad externa, iglesias-estado o filiaciones religiosas y hacían énfasis en el pacifismo. En algunos casos, los reformadores radicales propusieron la propiedad conjunta, algunos elementos de la reforma radical también se inclinaban hacia el entusiasmo, el quietismo (la exigencia de una completa pasividad en la entrega a Dios) y el iluminismo. Muchas personas de la reforma radical estuvieron esperando la Segunda Venida de Cristo para establecer su reinado milenario.
Aunque los reformadores radicales creían en la justificación por sólo la fe, también insistieron en que aquellos que estaban realmente justificados, tenían que realizar buenas obras y vivir de acuerdo con un nivel de alta moral. Por justificado entendían aquellos que podían referir alguna experiencia de conversión, y a aquellos que no cumplían con este requerimiento, frecuentemente eran exiliados de la comunidad.
Conrad Grebel y Felix Manz estuvieron entre los primeros líderes de la Reforma Radical o movimiento Anabaptista. Thomas Müntzer, el antiguo colega de Lutero y promotor de la revolución en Sajonia, algunas veces es considerado un Anabaptista, ya que él rechazaba el bautismo de los niños y afirmaba la revelación constante o continua, pero, debido a que muchos anabaptistas eran pacíficos, Müntzer sería un anabaptista atípico. Menno Simons, ex-sacerdote católico y fundador de los Menonitas estuvo también entre los primeros anabaptistas.
Geografía
El territorio es vital, incluso para la Reforma Protestante, y los reformadores no se saciaron sólo con obtener un nicho para ejercitar su propio derecho a creer y vivir de acuerdo a sus interpretaciones de la Escritura, ellos creían que el Evangelio de Cristo estaba en juego y por consiguiente, se sintieron obligados a esparcir su movimiento tan lejos como pudieran, eso los puso en desacuerdo con los católicos, que veían sus esfuerzos como una herejía y como una amenaza para la estabilidad del orden social. Los protestantes buscaron expandirse y conquistar, los católicos buscaron contenerlos y de ser posible, convertirlos.
La Reforma Protestante comenzó en Alemania, con Lutero, pero rápidamente se extendió a través de Europa, gracias, en gran medida a la imprenta y pronto los reformadores prosperaron en Suiza, Francia e Inglaterra, y doquiera que las ideas de la Reforma llegaron, también se manifestó la pugna por el control del poder político y el territorio. Eventualmente, Europa quedó más o menos dividida en el norte protestante: Inglaterra, Escandinavia, Dinamarca, los Países Bajos, el norte de Alemania y Prusia; y el sur católico: España, Portugal, Francia, Italia, el sur de Alemania, Hungría y Polonia.
Los Papas
El éxito o el fracaso con frecuencia dependen del liderazgo, lo que los líderes hacen o dejan de hacer. Durante la Reforma Protestante, la mayor parte de la culpa recae en la jerarquía, incluyendo al papado, o al menos, como lo dijo el Papa Adrián VI, quien en 1523 mandó a su legado con la siguiente confesión dirigida al principado alemán reunido en Nuremberg:
"Nosotros reconocemos libremente que Dios ha permitido este castigo sobre Su Iglesia, por los pecados de los hombres, especialmente los de los sacerdotes y prelados… Sabemos bien que por muchos años, mucho de lo que se debe considerar con horror, ha pasado en esta Santa Sede: abusos en asuntos espirituales, transgresiones en contra de los Mandamientos, por supuesto, que todo se ha pervertido gravemente" (citado en K. Adam, One and Holy, p. 97)
Escándalos papales medievales, incluyendo la llamada Cautividad Babilónica de la Iglesia y el Gran Cisma de Occidente, en donde al principio fueron dos, y luego tres pretendientes al cargo papal, escarnio al papado así como vida escandalosa y nepotismo, además, los papas fallaron en reformar a la Iglesia, incluso cuando estuvieron en la posición de hacerlo, y cuando la Reforma Protestante eventualmente se desató, el papado falló en entender el reto a la Iglesia y falló en actuar rápidamente para enfrentar los problemas que se le presentaban. Y al mismo tiempo, cuando la Iglesia finalmente se enfocó en su reforma, el papado ayudó a señalar el buen camino.
Papa Adrián VI (1522-1523). Buscó reformar y convertir a la Iglesia, pero su corto pontificado lo hizo imposible. Adrián fue un hombre pío, incluso con un carácter bastante anti-renacentista, al llegar a Roma, no permitió que la gente le erigiera un arco triunfal en su honor, ya que consideraba que era una forma pagana. Pero, ¿la Iglesia estaba completamente preparada para experimentar la rigurosa conversión convocada por Adrián VI?, se veía poco probable, tomaría tiempo para que el papado recuperara credibilidad respecto a la reforma e incluso, cuando los papas empezaron a tomar seriamente sus responsabilidades apostólicas a ese respecto, los reformadores protestantes ya estaban atacando al papado-institución, considerándolo contrario al evangelio y no sólo considerando al ocupante del cargo papal como indigno. Los problemas doctrinales, y no sólo los morales, tenían que ser enfrentados convincentemente, sin embargo, un papa reformista hubiese sido mejor que uno que no enarbolara esta misión. La prematura muerte de Adrián VI fue una tragedia de tremendas consecuencias.
Papa Clemente VII (1523-1534). Considerando la reforma de la Iglesia o la respuesta al Protestantismo, el pontificado de Clemente VII puede ser resumido con una palabra: desastre. Este papa de los Medici siguió al breve pontificado del ardiente reformador Adrián VI y precedió el de Pablo III, a quien muchos consideran el primer papa de la Reforma Católica. Si Clemente hubiese tenido la mitad de la energía espiritual de cualquiera de estos hombres, la historia de la Reforma Protestante, del mundo, hubiese sido drásticamente diferente. Desafortunadamente, Clemente VII volvió al papado renacentista, aunque no mostró un decaimiento moral como otros personajes afines, él dedicó mucha de su energía a disfrutar del arte y la cultura, y a involucrarse en intrigas políticas, era un hombre vacilante que fue incapaz de traer orden y disciplina a la Iglesia, y mucho menos fue un instrumento de conversión. Mientras el protestantismo se esparcía, él estaba aprisionado en el castillo de San Ángelo como resultado del saqueo del Emperador y la invasión a Roma en 1527, y está por haberse puesto Clemente VII del lado de Francisco I de Francia en contra del Emperador. Fue Clemente VII quien lidió con Enrique VIII de Inglaterra y el asunto de la validez de su matrimonio con Catalina de Aragón, la sobrina del Emperador Carlos. Mientras Italia era dominada por Carlos había pocas posibilidades de que Clemente apoyara la causa de Enrique VIII, y lo que es más, la decisión del papa estaba en los límites de la motivación política. En 1533, Enrique VIII rompía con la Iglesia Católica por la negativa de Clemente VII para anular su matrimonio con Catalina, con espantosas repercusiones para el catolicismo inglés y la contienda en contra del naciente Protestantismo en el continente.
Papa Pablo III (1534-1549). Aunque el Espíritu de Dios no se esfuerza indefinidamente por el hombre, su promesa de estar siempre con su Iglesia con el tiempo se manifiesta poderosamente, y eso parece haber sucedido con el Papa Pablo III; a primera vista, Alessandro Franese aparentaba ser más de lo mismo, sino es que peor, era mundano y no guardaba castidad, tenía cuatro hijos ilegítimos, pero parece haber sufrido una conversión después de su ordenación. Como papa, estableció una serie de reformas, elevó a cardenales a algunos de los principales reformadores católicos de su época, incluyendo a Reginald Pole, Gian Pietro Caraffa (posteriormente Papa Pablo IV) y Mercello Cervini (posteriormente Marcellus II). Una comisión de cardenales designados por el Papa Pablo III emitió una declaración para castigar a cuatro de sus predecesores por sus pecados y por los males en que permitieron caer a la gente y a los pastores de la Iglesia. Hicieron un llamado por la erradicación de esos males y Pablo III buscó la aplicación de este mandato. Convocó al Concilio de Trento (1545) e incondicionalmente apoyó los esfuerzos renovadores de las nuevas órdenes religiosas como los Jesuitas, a los que aprobó en 1540, los Teatinos y los Capuchinos.
Fue el concilio ecuménico de Pablo III, el Concilio de Trento (1545-1563), el que impulsó con mucha fuerza a la Reforma Católica, simultáneamente reformó a la Iglesia y respondió al Protestantismo, las enseñanzas y prácticas católicas fueron clarificadas, a pesar de las constantes interrupciones al Concilio y la sucesión de los papas. Diecisiete de las veinticinco sesiones del Concilio trataron acerca de doctrina y reformas, el canon de la Biblia y la autoridad de la Tradición fueron afirmadas, la justificación por la gracia y la cooperación del hombre que ha adquirido la gracia, con esta misma gracia, así como la confirmación de la función de la fe, la esperanza y la caridad en la justificación, mientras que las interpretaciones protestantes sobre estos temas fueron rechazadas; fueron discutidas la realidad y naturaleza del pecado original y la distinción entre pecado mortal y venial; los siete sacramentos como signos eficaces de la gracia, la transubstanciación, la Presencia Real y la naturaleza sacrificial de la Misa fueron también afirmados. Los teólogos debatieron sobre la extensión de las condenaciones de las interpretaciones de los principales reformadores protestantes, pero lo cierto es, que las ideas que Trento desechó fueron ampliamente creídas, independientemente que éstas hubiesen sido propuestas por los reformadores y consecuentemente condenadas por el Concilio.
El Concilio también abordó la disciplina, insistiendo, entre otras cosas, en que los obispos residieran en sus diócesis y que visitaran a las parroquias que las conforman; que los pastores estuvieran apropiadamente instruidos y calificados para su oficio; se prohibían los matrimonios clandestinos o concubinatos; y que los religiosos se establecieran en residencias apropiadas y que permanecieran fieles a sus votos. La voluntad del Papa Pío V, en su pontificado, para insistir en estas reformas disciplinarias que transformaron a la Iglesia.
Papa Pío V (1556-1572). Recayó en el Papa San Pío V (Antonio Ghislieri) el cuidar que los cánones y decretos del Concilio de Trento no se convirtiera en letra muerta, era un papa de vida austera, dirigió, con la ayuda de personajes como San Carlos Borromeo, la modelación de la Iglesia Católica a su forma Tridentina, forma que perduró sustancialmente hasta el Concilio Vaticano Segundo (1962-1965). Él emitió el famoso Catecismo del Concilio de Trento o Catecismo Romano (1566), revisó el Breviario Romano (1568) y el Misal Romano (1568), también estableció una comisión para revisar la Vulgata (1568) y ordenó la publicación de una edición nueva de los trabajos de Santo Tomás de Aquino (1570). Con Pío V, nos encontramos en el núcleo de la Reforma Católica, de la que hablaremos un poco.
La Reforma Católica
Hablamos de la Reforma, pero usualmente con este término nos referimos a la Reforma Protestante, aún así, el término Reforma puede incluir tanto el movimiento protestante como la reforma interna de la Iglesia Católica. Aproximadamente hace cien años, los esfuerzos católicos por la reforma de la Iglesia fueron llamados la "Contrarreforma", pero algunos estudiosos objetaron el término basados en la explicación que se reducía la reforma Católica a una mera respuesta al Protestantismo. Muchos especialistas argumentaron que el siglo XVI fue una época de varios esfuerzos reformadores, siendo el Protestantismo sólo uno de ellos, hubieron, esfuerzos católicos que significaron más que responder al Protestantismo y cortar su criticismo.
Es necesario decir que la cuestión de la terminología no ha sido oficialmente establecida por los especialistas, ya que es difícil establecer algo oficialmente entre los académicos. La Reforma Católica es probablemente la expresión dominante, aunque la Contrarreforma persiste en algunos círculos; se utiliza la siguiente pauta para usar uno u otro término: para los aspectos en que la reforma Católica no fue una respuesta directa al Protestantismo, se usa el término Reforma Católica; pero si tales reformas fueron en respuesta directa entonces se usa el término Contrarreforma. Es simple, pero no siempre ayuda, ya que no es claro en todos los casos el sentido de las reformas.
En cualquier caso, el punto es lo que se hizo en la Reforma Católica o Contrarreforma y no cómo le llamamos. Y, ¿que se hizo?, por un lado, restringió el impacto perjudicial de la Reforma Protestante, limitando el alcance de aquellas cosas que necesitaban reformarse y limitando el alcance de los asuntos en que los protestantes podían influir en una dirección no-católica. Incluso por encima los deficientes papas renacentistas, los santos católicos emergieron, llamando a los católicos al arrepentimiento y conformando para ellos una vida de santidad, sin ellos, las cosas hubiesen sido peores. Por otro lado, la Reforma Católica asistió a la Iglesia en recuperar mucho de lo que se había perdido por los éxitos iniciales de la Reforma Protestante.
¿Quiénes fueron los personajes destacados de la Reforma Católica? Ya hemos mencionado algunos, como San Pío V y San Carlos Borromeo, los mártires Tomás Moro y Juan Fisher contribuyeron en el principio de la Reforma Católica; San Ignacio de Loyola y sus Jesuitas fueron grandes instrumentos de la renovación Católica así como los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, una obra concisa pero espiritualmente potente; los místicos y gigantes espirituales españoles como Teresa de Ávila y Juan de la Cruz, así como San Felipe Neri, San Pedro Canisio y San Francisco de Sales, cuyo trabajo apostólico penetró profundamente en los laicos católicos.
Estos santos, cambiaron las instituciones de la Iglesia y la sociedad, pero su trabajo verdadero fue la transformación de los corazones y las mentes, llamando a las personas a volver a Dios, a unirse con Jesucristo y vivir conforme al Evangelio en su vida diaria. Se ha dicho que la cristiandad medieval era monástica y que negaba al mundo, casi en un sentido maniqueo. Lo que se puede decir en descargo a tal acusación es que, no es del todo precisa, pues la cristiandad de la Edad Media creó una cultura cristiana tanto dentro de los monasterios como fuera de ellos, es, por lo tanto, una falsa acusación a la Reforma Católica. Ningún aspecto de la vida diaria, ya sea de los clérigos o los laicos, era ajena a la revolución espiritual de la Reforma Católica, consecuentemente, mientras la división de Europa en católicos y protestantes se había consumado por el tiempo de la Reforma Católica, la vitalidad espiritual de renovación católica ganó mucha gente de vuelta a la completa comunión con la Iglesia Católica.
Conclusión
Belloc escribió un pequeño libro llamado los Personajes de la Reforma, el trabajo es maravilloso, como los libros de Belloc suelen ser, no sólo porque provee las más precisa historia, sino porque nos ayuda a contemplar toda la escena, seguir el drama del periodo e incluso, si se quiere, saber quienes intervinieron en el "juego". El propósito de este ensayo ha sido el proveer la "pizarra de resultados" para ese "juego". Por supuesto, no ha sido exhaustivo, así como un marcador no lo es, aún así, es difícil hablar sobre los jugadores de un juego sin el resultado.
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